-Nombre: Alexander Morgan.
-Edad: 18
-Aspecto físico: Altura promedio y cuerpo de adulto. Piel blanca, de tono oscurecido por el sol. Rostro ovalado, mandíbula cuadrada, nariz de puente algo pronunciado, labios oscuros; rasgos varoniles, a fin de cuentas. El cabello lo lleva corto y desarreglado, descuidado, y las patillas cortas se transforman en una barba mal afeitada, sin bigote. Cejas, pestañas, barba y cabello, son todos de tono castaño bien oscuro y otorgan a su rostro un aspecto masculino pero en absoluto acicalado. Lo llamativo del mismo es su expresión, seria, y la mirada considerablemente agresiva, intimidante en oportunidades. Sus ojos, enmarcados por las ojeras oscuras y hundidas, tienen el color del mar Caribe: una suerte de aguamarina ensombrecido...y expresión sombría.
La voz es grave, rasposa, hasta ronca; y las manos grandes, de dedos ásperos y yemas con callos y amarillentas por el cigarrillo.
-Personalidad: Definible por serio y seco. Disfruta tanto romper un parabrisas como tocar el bajo con su banda en una tarde tranquila y perezosa.
De pocas palabras y no muchos reparos, no toma compromisos, disfruta haciendo lo que cree correcto, o sencillamente lo que le da la gana. En reiteradas oportunidades se comporta agresivo y desinteresado, no busca agradar a los demás. Sin embargo, tampoco busca ser desagradable. Sencillamente está allí, callado, mirando a todo el mundo y siendo frío, facilista y efectivo para lo que le interesa.
-Historia: Criado en la costa, con la costumbre de fogones en la playa y baños en el océano helado, lleva una pésima relación con sus padres, marcada principalmente por la falta absoluta de comunicación. Es huraño con ellos, y pocas veces está en casa. A pesar de ello, no les guarda rencor, solo no los soporta.
A pesar de no provenir de familia adinerada, sus posesiones más valiosas son bastante costosas. Una de ellas es un bajo que ya está muy usado, cuidado con mucho esmero; y la otra una motocicleta. Una máquina personalizada, cuidada, en la que invierte prácticamente todo el dinero que llega a sus manos: es su pasión. La maneja, arregla, repara y mejora como un profesional.
Y aunque acudir a un campamento para niños iba absolutamente en contra de sus planes para el verano, ahí esta. Resentido por su presencia obligada, lejos de sus amistades. ¿Cómo llegó allí? Obligado, por supuesto. Su madre lo inscribió, ganó el concurso y su padre hizo amenazas explícitas respecto a su vehículo e instrumento. Y la moto no se toca, por lo que...
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