Primera Parte: El Campamento. (Introducción).

((DDDx perdonen, he posteado igual D: esque no dormía tranquilo si no posteaba (?) uxu))

Ly la verdad no entendio mucho ese -al menos para él- intento de comentario filosófico. Habían muchas otras maneras de resolver 'tal crimen', no necesariamente con violencia, pensaba el chico.
Jake se fue tras decir eso, sin antes mencionar sarcásticamente lo bueno que era tener amigos. Lysander aún mantenía su mirada desafiante, extrañada y enojada, unos momentos despues de que todo se calmara.
La mitad de las personas entrometidas seguían observando la escena, y la otra, retomaron lo que sea que estubiesen haciendo antes.
Elizabeth, por primera vez, mostró otra expresion que no fuera esa de malicia y cruel diversión. La que adoptaba ahora era entre culpable y preocupada por Al, al cual atendió preguntandole si se encontraba bien y ayudandolo a pararse.
Lyla, por su parte, se quedo callada y Lyle creyó haber escuchado que había dicho algo, pero ignoró ese hecho por completo.
Despues si la escucho decir algo sobre un candado, cosa que no comprendió del todo y, algo confuso, le pregunto con cara de duda:- ¿A que te refieres con eso?-
Luego de un rato, llegaron cuatro coordinadores, los cuales se llevaron al grupo ahi presente.- ¡Hey! ¡¿Pero qué sucede!?- Exclamaba el escocés, a medida que lo sacaban del recinto junto a sus otros 3 conocidos, y de paso tambien se llevaban a Jake, quien hablaba con una muchacha con cara de haber despertado recién.
"Bien hecho, idiota" Le dijo a Jake mentalmente, mirandolo acusadoramente.

Por un momento, Texas pensó que la chica no le había seguido, incluso a pesar del 'te sigo', ya que para el, no seguirle tenia una lógica bastante importante. Sin embargo, cuando sintió las manos de Ella en su musculosa, demasiado bajas para que no las notase enseguida, supo que la chica en cuestión aun seguía pegada a su persona, a su codo y detrás de este.
La alejo inconscientemente, moviendo el brazo no muy fuerte con la intención de que se soltara, y en todo caso, caminara detrás de él, no junto a él como niña asustada. Pero poco logró, ya que segundos después, su compañera decidía tropezar y golpearse contra su espalda, musitando un leve 'perdón' al mismo tiempo que una de sus manos chocaba contra la bebida que Tex sostuviese, haciéndola saltar del vaso y tirándola sobre la ya mojada prenda.

El joven lanzo un bufido y empujo con furia al primero que oso reírse, no tirándole al piso pero dejando bien en claro el mensaje. De haber sido el colegio, Tex le habría tirado al piso con ganas, pero no iba a ganarse una sanción apenas comenzado el campamento, eso no. Además, el solo hecho de que midiese más que el promedio no le transformaba en un mastodonte insensible que no supiese controlar su fuerza; por el contrario, controlar sus movimientos era algo que había tenido que aprender con dedicación y esfuerzo, si no quería repetir lo que había pasado con Ella cada cinco minutos.

El gesto, sin embargo, logro alejar a los burlones, y le dio la paz necesaria como para servirse otra bebida y mirar de nuevo a su compañera. - Más cuidado la próxima vez. - Dijo, pasándole un vaso con gaseosa.

((Mil, mil, mil disculpas por el retraso. Estoy muy apenada T.T))

El perfecto y pulcro inglés pronunciado por la muchacha, de algún modo lograba producir en Paul una no muy conocida sensación de inferioridad, de no estar a la altura de la situación. Bien podía estar ahí, en medio de una sala repleta de jóvenes mucho menos controlados que él mismo, pero el sólo hecho de oír la armonía y cadencia con que su interlocutora soltaba cada palabra, le hacía pensar que carecía de clase. Hizo cuanto pudo por apartar tal idea de su cabeza.

—Mi excusa... —Moduló como respuesta a la pregunta de la joven. Sin darse cuenta intentaba ser mucho más claro al hablar—. Creo que siquiera yo sé cual es mi excusa. Al parecer mis piernas no acatan órdenes de nadie en absoluto —Soltó una risa ligera, apenas audible por sobre el nuevo ritmo de los parlantes. Antes de contestar a la posterior consulta, fijó su mirada al mismo punto que la hubiese dirigido la chica segundos antes—. No me molestaría que la conversación pudiera ser fácilmente audible —expresó su opinión de forma amable e inocente, y antes de volver a formular sonido alguno, una sonrisa traviesa surcó su rostro—: ¿Qué me dices? ¿Crees que podrás salir al segundo intento?

Aguardando a la respuesta de la muchacha, pudo distinguir a lo lejos un pequeño grupo que no se dirigía a la salida/entrada del recinto por voluntad propia: eran precedidos de unos cuantos coordinadores. Una pizca de curiosidad asaltó sus ojos pardos.

Ella* casi se llevó las manos a la cara, pero el gesto le era completamente ajeno. De otra forma, lo habría hecho.
- Lo siento más que la puta madre.- aseveró.
Extendió una mano hacia la mesa donde servían la bebida, buscando algo con lo cual secar la polera. Tuvo suerte. Entre blancas masas imposibles de reconocer, encontró algunas servilletas secas. Estaba todo hecho un asco húmedo de bebidas volcadas. Rápidamente se dio vuelta, antes de que Tex huyera. Sentía la premonición de que podía perderlo rápidamente. Nunca había sido su intención hacerlo enojar. Sin preguntarle, comenzó a limpiar la musculosa. Lo había hecho millones de veces. Tenía que hacerlo rápido antes de que la tela quedara completamente arruinada. Si absorbía los colorantes, estaba muerta. La Coca Cola podía ser horriblemente destructiva con una polera, lo había aprendido a las malas echando a perder varias. Aunque algunas veces dejaba las manchas porque mejoraban, en su opinión, lo que llevaba, con los años se había convertido en una experta en sacarlas. En su opinión, el blanco era un color tan inútil, tan fácil de ensuciar, de perder. Se sintió terriblemente frustrada cuando notó que no sólo había manchas de Cola.
- Estás manchas negras son grasa.- susurró, más para sí que con intenciones de explicarlo a Tex. Él seguramente lo sabía. Levantó la mirada.- Hombre, tienes que lavar esto ahora mismo.- calló un segundo, tal vez buscando una pausa dramática, o organizando sus ideas.- Aunque también puede ser un poco más tarde.
Con una curva de labios, le preguntó si quería bailar con ella. Tenía la impresión de que se llevarían muy bien, siempre que consiguiera hacerlo olvidar el vaso de bebida. Quizás bailando fuera la forma correcta.


(Qué genial, jamás había escrito la palabra musculosa en el sentido de la polera.)
(Gente, estuve más de 20 minutos pensando el post, corrigiéndolo y leyéndolo.)

(*Corre y ataja a Mille* No te preocupes, corazón. ^^ Está bien ^^ Además, leer ese post... ha valido la pena esperar)

¿La estaba retando? Ya le caía bien. Sonriente como siempre miró a los ojos del chico y luego la devolvió a la salida para así, poder abandonar aquel constante martillear en su cabeza. Tomando de la mano del chico con confianza, empezó aquel reto hacía el exterior, hacía el silencio de la noche que afuera aguardaba cual trofeo inalcanzable, por el momento. Poniéndose de lado, empezó a atravesar el grupo de chicas y chicos que bailaban y luego, una vez frente a la puerta de salida, se volvió a cuadrar y pensó que eso tenía que pasar por ella y, que ahora, no podía quedar en ridículo frente a su acompañante. Empujando más que nada con su cuerpo y usando su brazo izquierdo como quilla de barco, empezó a abrirse camino hacía el exterior abriéndose camino a empeñones; deteniéndose ligeramente unos instantes, descubrió un hueco en un lado y, sorteando un par de cuerpos ahí parados, siguió su camino tirando en todo momento de su acompañante, no fuera a perderse.

Cuando por fin la libertad dio paso al estress de la salida y del mogollón, Gael tuvo la tentación de gritar, bailar y saltar feliz y contenta de haberlo conseguido pero, sabiendo que también era observada por muchos ojos: los chicos a quienes había empujado, los que hablaban en la entrada, los de más allá... decidió contenerse y guardarse los comentarios para su acompañante a quien condujó al lado del bosque. Una vez ahí, se sentó en el suelo sin importarle poco o nada que sus shorts se ensuciaran y palmeó a su lado, como invitando a Paul para que se sentase. Había tenido un largo día desde que se despertase en su casa de Ballycastle al norte de Irlanda. Había ido en coche a Belfast para tomar un avión en dirección Inglaterra y, una vez llegó a destino junto a su familia que iba a pasarse unos días por ahí habían tomado un coche alquilado para conducir hasta el lugar de donde salía el autobus hacía el campamento. Los viajes siempre la cansaban mucho y era por eso que ahora, estaba sentada en el suelo.

-Por cierto, me llamo Gael O'connell y soy irlandesa.-Confesó sonriente mirándole desde su posición y, juzgando de mala educación hablar desde esa posición, no tardó en levantarse y recostar su cuerpo en el tronco del árbol que tenía detrás de sí. -¿Podría saber tu nombre y procedéncia?-le preguntó con cortesia y educación. Y en ese momento, en su mente, muchas más preguntas se agruparon preparadas para salir disparadas pero ella, zarandeando un tanto la cabeza, logró arrinconarlas. Desde ahí sentía el fresco aroma de bosque y eso le gustaba, le recordaba a su pueblo.


(A pesar de que lo estoy editando en mi cuaderno... quisiera que me corrigieran el post. Les estaría agradecida ^^ No me gusta como me queda T.T)

—Irlandesa, por supuesto. Tu apellido te delata —soltó en una especie de acusación graciosa. Sentía tanto júbilo como lo hubiera sentido su compañera tras haber conseguido atravesar el grupo de jovenes agolpado en la salida, claro que sus motivos eran bastante diferentes: La misión que había supuesto tardaría mucho tiempo en cumplirse con éxito, resultó realizada en un solo intento. Es cosa de pura suerte toparse de buenas a primeras con una persona tan cortés y amable. Sin duda era motivo para sentirse dichoso.

—Soy Paul. Paul LaHaye, inglés residente en el condado de Cambridgeshire —Sonrió afable ante su presentación, y así como anteriormente la muchacha lo encaminara a la salida del recinto 1, ahora él sostenía con confianza, mas procurando educación, la mano de Gael, conduciéndola a un tronco caído que se encontraba en las proximidades. Fuera del tumulto y la música, en aquel paraje natura y silencioso, el tiempo parecía detenerse, manipulable al antojo de quien quisiera disponer de él. El chico estaba a gusto—.¿Practicas un deporte o algo parecido? —preguntó al tiempo que con un gesto la invitaba a tomar asiento. Paul desconocía el tiempo en que la rubia muchacha podía haber estado de pie, bien podía ahora encontrarse cansada—. Tu técnica de escape era bastante profesional. De haber ido yo a la cabeza... habrías visto una táctica que hubiera dejado mucho que desear.

-Encantada de conocerte, Paul-le sonrió feliz y luego se dejo guiar hasta el tronco caido agradeciendo con una ancha sonrisa el gesto tenido. Se sentó y, al hacerlo, estiró sus piernas y su sonrisa hizo brillar un tanto sus pupilas.

-Muchísimas gracias-y palmeó a su lado, como invitándole a sentarse para así poder hablar con mayor comodidad. -No lo practico, simplemente la natación es mi vida desde que tenía 3 años-Se sonrió y rió un tanto, recordando alguna que otra pequeña anécdota.-Ahora me dedico a mejorar para poder ir a las Olimpiadas con el equipo olímpico irlandes.-Añadió. A pesar de eso, no quería impresionarle, no le gustaba eso. Recordando el último comentario, le sonrió con una risita.- ¿Profesional? -se rió un tanto más- si mi hermano te escuchara...-dejó la voz colgando en el aire, recordando.-Agus es quien me enseñó a salir de esa forma, solo que antes llevaba la bebida y temía que se volcara.-Explicó; se encontraba animada y el lugar, se le antojó mágico, sobrenatural, empezó a pensar por si vería hadas, duendes o incluso... pensó que sería mucha casualidad ver unicornios en ese paraje, pero quien sabe.

Tomó asiento junto a Gael de buena gana, devolviéndole una cálida sonrisa. La alegría de la irlandesa era llamativamente contagiosa, un catalizador del buen humor.

—Qué amable de parte de tu hermano —soltó una carcajada ligera. Su voz no era tanto más diferente que la de un susurro. El silencio alrededor de ambos no requería de algarabías—. Mis hermanas no hicieron más que enseñarme de modales y responsabilidades. Nada que valga la pena —ironizó con una sonrisa, y luego guardó silencio. Aspiró una gran bocanada del aire fresco que los rodeaba y se acomodó en su asiento, observando las tenues sombras pintadas por la luna.

—Un tronco muy cómodo —dijo de pronto, más para sí mismo que para la chica. Otra vez comenzaba a hablar solo, como era de su costumbre cada vez que se descuidaba. Apenas se diera cuenta del hecho volvió la mirada a su compañera. Rió avergonzado, llevando la mano hasta la nuca para revolverse el camino con cierta incomodidad—. Lo siento, estoy mal acostumbrado...

((Super... supongo que ya estamos al día xD))

—Ari Jayne —respondió casi inmediatamente, desviando los ojos de la mirada verde del chico con súbita timidez. Verde, tan verde como para notarse en la penumbra, unos ojos muy bonitos.
Que le hablara de “usted” la había cohibido de inmediato, alzó la mano pequeña depositándola en la del chico para devolver la formalidad del saludo. Pero lo hizo de modo más delicado que jovial.
—Y, disculpe nuevamente…—añadió ruborizándose levemente, un cambio en su tono de piel morena que difícilmente se notara, menos aún con las luces bajas del Recinto. En cuanto reparó que el volumen de su voz no era suficiente para ser audible, se acercó más, ligeramente, aunque su estatura la mantenía algo apartada de los oídos del muchacho.
—Es que un par de idiotas me empujó y llenó de gaseosa y cuando quise devolverles el favor…uhm…mi puntería nunca se lució, lo siento… —notó que además de sus ojos, Stan también tenía un cabello muy bonito. ¿Stan Russel, había dicho?, se preguntó de dónde sería.
—¿De dónde eres, Stan? — Exteriorizó la pregunta con ganas de socializar.


((Me enamoré de Paul LaHaye. Me lo voy a robar ))

Ian llevaba ya un buen rato recostado contra una pared dentro del Recinto 1, llevaba una camisa color gris claro algo suelta y un chaleco negro elegante, un par de jeans negros un poco entubados y algo desteñidos por el exceso de uso, con unos tenis grises oscuros a juego. Sentía como si su cuerpo latiera al ritmo de la música estridente, veía a la gente ir y venir, uno que otro desesperado por salir y muchos otros arrastrándolos hacia a dentro de nuevo. Volvió su mirada a la pista de baile, no le entusiasmaba mucho bailar, no era que no le gustara solo no tenia ganas, veía como algunos se movían al ritmo de la música, otros solo saltaban…otros parecían niños epilépticos tratando de nadar…¿ por que se le ocurrían esas cosas?. Se rasco un poco la cabeza revolviéndose el ya bastante desordenado cabello y fue caminando a la barra por otro refresco. Se quedo un rato parado junto a la barra antes de devolverse a donde había estado hacia rato, tratando de mantener su vaso lejos de cualquier persona que le pasara demasiado cerca, se recostó contra la pared junto a una chica de cabello castaño algo rizado con cara de aburrimiento (Vera)
- Seria como bueno que cambiaran la música un poco ¿no?- dijo lo suficientemente fuerte como para que lo escucharan.

((FDR: waaah pobre post había quedado muy corto!! peero bueno ya quedo mejorcito owo))

- Un gusto conocerte Jake. -Formuló Myl manteniendo su macro sonrisita…La cual no le duró mucho, el chico se acercaba demasiado. “¿¡Pero qué!?” Pensó sorprendiéndose al sentir la mano de él rozarle la cintura desde el interior del bolsillo de la gabardina, se apartó rápido, tan veloz como la mano salía del mismo con un Ipod gastado sujetado con firmeza.

Sus mejillas estaban enrojecidas de sorpresa y vergüenza por el toque accidental de Jake, le escuchó excusar notablemente avergonzado por lo sucedido, se le notaba en la voz principalmente, que no quedaba con su talle por lo chillón. Una parte de ella temía si estaba bien el perdonarle por la osadía, mientras que otra formulaba motivos que excusaban la exploración a por el artefacto electrónico. Miró el piso unos segundos meditando, mordiéndose el labio como cada que hablaba con un chico o los nervios le saltaban...- No te pre…oh - No se había percatado de el cómo ni el cuándo se había marchado Jake, volvió la vista al piso dando un pequeño suspiro un tanto apenado. “…Y yo que pensé que hacia un amigo…y resultó ser que termine conociendo solo a un tipo raro que venía a tocarme a cambio de prestarme abrigo… ¿¡Dios, en que estoy pensando!?, ¡si nunca le eh gustado a nadie!” Dando un nuevo suspiro cabizbajo agitó la cabeza quitándose aquellos pensamientos de la mente, alzó la vista y miró a la fiesta, dudó por unos segundos, pero comenzó a acercarse a paso despacio y dubitativo al Recinto 1, después de todo, entre estar cerca de las babosas y arriesgarse a acercarse a la humanidad, estaba mejor la opción numero dos ¿O quizás no?...

Stan no se extrañó ante la reacción de primer momento de la chica morena al escuchar su forma de hablar. No era la primera vez que le sucedía.
Comenzaba a pensar que tratar de "usted" a la gente no es la mejor manera de hablar en el ambiente en el que estaba, dada su edad; pero no cambiaría su manera de expresarse, si, después de todo, se entendía.
Además, ya había comprobado que el tiempo solucionaba esa especie de "timidez inicial" que su manera de expresar ideas generaba.
Escuchó la explicación de la chica para el accidente. Pensó que esa no era la manera de tratar el asunto, o al menos no era como él lo hubiese tratado. En su opinión, hacerle notar a quién la empujó su error hubiese sido mucho mejor que darles con un vaso por la cabeza (o intentar hacerlo). Y habría que ver, si el vaso le hubiese pegado a otra persona, cómo hubiese reaccionado esta...no del todo mal, supuso. Después de todo, la chica al menos se había ido a disculpar.
El punto, era que le había pegado a él; y a él no le había molestado del todo. Como había dicho antes: "Un poco de agua y saldrá".
Iba a decir a Ari lo que opinaba del asunto del accidente cuando esta le preguntó de dónde era. Se agachó ligeramente, para que le escuchara mejor y, a su vez, para él mismo escuchar mejor (¡qué música tan insoportablemente fuerte!); al tiempo que metía las manos en los bolsillos de su desgastado, mas no roto, pantalón.
—Soy de Clayhall, en Redbridge. La zona más al norte de Londres. —Respondió, para luego correrse con la mano izquierda un mechón rubio que se le metía en el ojo.
—Salgamos afuera —añadió —. Este lugar va a hacer que mi cabeza explote. E impide hablar claramente.

Texas ya se preguntaba si aquel día no tendría algo en contra de su vestimenta, cuando las manos de su acompañante le tomaron de la musculosa, intentando secar el liquido volcado con una servilleta. Realmente no estaba acostumbrado a que una mujer que no fuese su madre le tocara de aquella manera, así que su cara debió de mostrar levemente su desconcierto y su poca afición al contacto físico como aquel. Bueno, quizás Ella* tuviese buenas intenciones, pero personalmente, Tex prefería mantenerse al margen de cualquier intención de la cual el no estuviese completamente al tanto.

Citación :

- Estás manchas negras son grasa.-

Bueno, sí lo eran, no había porque ocultarlo, no había porque gritarlo a dos voces tampoco, era una pena por la ropa pero no era que a Tex le importara demasiado; en aquel momento, de hecho, habría preferido retirarse del lugar a grandes zancadas y buscar otro menos colmado de típicos y golpeables adolescentes.

Citación :

Hombre, tienes que lavar esto ahora mismo...........Aunque también puede ser un poco más tarde.

Tex levanto una ceja y lanzo otro bufido; si tan problemático era, iría a cambiarse, no tenia nada que hacer allí más que disfrutar de su bebida, así que no era como si fuese a permanecer mucho rato en aquel recinto. No se quejaba de Ella* en particular, incluso cuando la chica no respetase su espacio personal, él no iba a golpear a una niña, eso no.
Y pensar que tal muchacha, minutos después le pediría de bailar; el texano le miro dubitativo durante unos segundos y luego bebió de su ahora no muy lleno vaso de gaseosa. Si quería.
- No me gusta bailar.

Se quedó callada, sin saber que más decir. Miraba las estrellas hasta que finalmente se le ocurrió preguntar alguna que otra tonteria que descartó al instante, buscando tema de conversación.
-¿Y tu?-se volteó a mirarle finalmente-¿practicas algún deporte?-le preguntó con su consabida felicidad grabada en el rostro, mientras quitaba la vista del cielo tachonado de lucecitas titilantes y la devolvia la mirada a los ojos pardos que a su lado estaban. Su voz salía suave, bajita, aterciopelada estando en paz consigo misma y con el resto del universo. -¿Cuales son tus hobbies?-añadió. Tema hobbies, le pareció un buen comienzo para empezar a conocerse la una al otro y viceversa y también para charlar ininterrumpidamente o eso creía ella. Había roto el silencio del lugar pero, no por ello el entorno seguía pareciéndole mágico, como sacado de un cuento de hadas. Respiró profundamente y su rostro se quedó como ensimismado... como viajando por otros mundos.

La chica estaba ligeramente incómoda. No estaba acostumbrada a salir sin sus amistades. El ambiente era ligeramente torpe. El Recinto 1 era un comedor de madera, con el suelo sin pulir, lleno de mueblería simple y pesada para resistir el poco cuidado. Las luces improvisadas y la música demasiado alta que salía de parlantes de mala calidad no eran más que un problema secundario para ella. La gente en general parecía bastante amable, pero ella no estaba acostumbrada a tomar le primer paso, le resultaba, tristemente, el más difícil. No tenía capacidad de elegir entre la multitud a quien quería o debía acercarse. No era capaz de decidir a quien mirar, si no era por pasivo entretenimiento. No solía tener muy en cuenta el aspecto físico, pero en estar circunstancias, con el calor del baile y la temporada, no podía evitar sentirse regordeta entre los cuerpos poco desarrollados pero curvilíneos de las demás. Es por eso que no se gastó en levantarse de su asiento por su propia motivación. June permaneció ligeramente doblada sobre sí misma en una silla oscura, siguiendo de reojo con la mirada las figuras entusiastas tanto de sus compañeros de campamento como de sus coordinadores.

Laurent estaba a punto de entrar, usando una campera fina que le quedaba ligeramente grande sobre los hombros huesudos y escuálidos. Su rostro expresaba claramente el desinterés que tenía por las actividades a desarrollarse que estaban planeadas para las dos semanas siguientes, y su actitud general de desagrado, su aburrimiento. Sus pies actuaron casi por si mismos cuando dieron un oportuno y soberbio paso al costado, alzando las manos para dejar espacio a la caravana que salía alborotada del Recinto 1. Dos muchachos, dos muchachas, y un muy imponente en tamaño coordinador pasaron frente a él, sin notarlo ni tenerlo en cuenta, y se dirigieron directamente hacia un quinto implicado, que fue tomado por el hombro y obligado a encarar la mueca alarmante del hombre.
—No quiero sugerir que no entendemos que estas cosas pasan, que es normal que las cosas pasen a manos cuando se juntan tantos jovencitos en un mismo lugar— venía diciendo con voz ronca pero curiosamente aguda el hombre que estaba principalmente a cargo del grupo. —, pero tenemos que dejar muy en claro que esta clase de comportamientos ¡está absolutamente reprobada en el campamento!— El tipo, cuyas manos servirían para sostenerlos en el aire si fuese necesario, soltó a los tres fuera del recinto, mirándolos con una mezcla escalofriante de enojo y entusiasmo, alternando la vista entre los tres pares de ojos, para terminar encontrándose con la de su compañera, que reflejaba la misma posición de manos en forma de jarra apoyadas petulantemente en la cintura.

Elizabeth miraba hacia el suelo con una indiferencia alarmante. Mientras su cuerpo permanecía tieso en el mismo lugar, su cabeza divagaba entre miles de pensamientos lúgubres y alocados. Sus ojos recorrían los perfiles de los coordinadores, como si quisiese rebanarlos con la mirada...tan punzante, tan fría.
Y es que a Elizabeth le gustaba poco y nada encontrarse en éste tipo de situaciones, y más si no se lo merecía. ¡Y claro que no se lo merecía...! Ella no le había dado la idea a Albert de que robara el Ipod, ni tampoco había incitado a que Jake le pegase en el estómago. Y menos que menos había causado el accidental entrometimiento de Lyla y Lyle.
Pero allí estaba, soportando el ceño fruncido de un vejestorio empedernido en hacer respetar reglas.
-Buff...-suspiró apenas audiblemente Elizabeth, mientras alzaba la barbilla para mirar con marcada molestia a sus coordinadores. Ella no había elegido estar ahí, así que si la expulsaban, ¡Mejor para ella! Prefería mil veces quedarse en casa a estar entre la gente.
Sí, se encontraba molesta, muy molesta.

Después de casi dos horas de revisar cada autobús, cada asiento y cada compartimiento en el estacionamiento del campamento, Olive encontró su preciado objeto; una armónica. Ya había "ordenado" sus pertenencias, incluso se había cambiado de ropa en vez de la sudorosa y sucia ropa que había llevado durante el viaje, pero durante los primero 10 pasos hacia la fiesta logro acordarse de que le hacia falta su pequeño pedacito de felicidad. Claro esta, después de tanto tiempo revisando los autobuses su ropa había quedado igual o peor de sucia que en el viaje pero no importaba ya, total ¿No estaban casi todos los demás igual o mas sudados? Aseguro su armónica dentro del bolsillo izquierdo de sus jeans y amarro su cabello en una rápida cola improvisada y camino con una sonrisa hacia las luces y el ruido y todos los adolescentes envueltos quizás sin darse cuenta aun por un grandioso y muy probablemente misterioso bosque.

(no se si esta muy corto, es que ya se me moria la compu y hay algunas especificaciones sobre la situacion de todos que quisiera saber )

-¿A que te refieres?- Le había preguntado Lyle después de que ella comento sarcásticamente que necesitarian una candado más grande. Lyla estaba tan concentrada fulminando a Albert con la mirada que apenas y notó que el muchacho le había dirigido la palabra, se sentía mal por Jake a pesar de que hacía unos momentos hubiera deseado cualquier cosa para animar la fiesta...
-Me refiero- Contestó después de unos momentons- A que la segur....- Tuvó que dejar de hablar cuando un coordinador del tamaño dre una rinoceronte le ordeno que lo siguieran. Lyla, con los labios apretados en señal de resiganción, cruzó los brazos y siguió al coordinador. Lo último que necesitaba era meterse en problemas con apenas un día en el campameto...Cuando el coordinador dijo todo lo que tenía que decir la muchacha trato de modular el tonto de furia en su voz y se quejó:
-Todo esto es un malentendido...Tienen que darnos el derecho a cecir lo que paso- Miró a Lyle como buscando su apoyo, con el rabillo del ojo buscaba a Jake.
Lyla cambiaba el peso de su cuerpo de un piel al otro, enojada, incomoda, pero muy segura de que las consecuencias no podian ser tan graves. Miró a ambos coordinadores eserando tener razón.

Agradeció en secreto que la chica no prestara atención a su mal incentivado impulso. Por un momento le había atormentado la idea de espantar a la recién conocida. No habría sido, al menos, la primera vez que alguien se asustara de su costumbre de hablar consigo mismo. Se apresuró a responder la nueva interrogante, la sonrisa intachable en el rostro:
—Juego soccer en casa... y basquet en la escuela —Pensó mejor la última cláusula, entonces reparó—: Bueno, comencé basquet a mediados del año anterior... pero no soy muy bueno, la verdad. Quizás lo deje —sonrió resignado, más no por eso angustiado. Volvía ahora a acomodarse en el tronco; se sentía muy a gusto. Las charlas solían antojarsele mejor que otro tipo de cosas—. Bien... no tengo un hobbie definido... pero me gustan los animales —La repentina ceja alzada reflejó de pronto su duda: ¿Se consideraría el gusto por los animales un hobbie? Lo dejaba al criterio de la jovial islandesa. Quizo cambiar le tópico—: Me asalta una duda, Gael... espero no te moleste —disculpó su intromisión con una leve inclinación de cabeza. Pero el hecho de que Paul fuera más maduro que el común denominador de su edad, no necesariamente significaba que la curiosidad tardía de su infancia no hiciera acto de presencia de vez en cuando. El ser demasiado observador tenía sus consecuencias—. ¿Te han traído a la fuerza?

—Mmm... ¿A la fuerza? —le preguntó pensando.—No sé si se le puede decir a la fuerza o no pero... —dudó un tanto más— me estaba obsesionando mucho con los entrenamientos y mis padres decidieron traerme aquí para que me despejara un tanto. En octubre tengo unas preliminares para unas pruebas importantes y, en fin, supongo que me obsesioné demasiado en ellas. —Se rió ligeramente y esbozó una ancha sonrisa.—Empiezo a pensar que realmente necesitaba unas vacaciones, incluso mi entrenador lo decía...—miró al chico a su lado y se ruborizó levemente. —Perdón, no quería aburrirte con mi charla, ni con mis obsesiones. —Miró hacía arriba, hacía la oscuridad perlada de parpadeantes luciérnagas estáticas y mayestáticas cubiertas parcialmente por el espeso follaje de los árboles del bosque, perdiéndose durante unos instantes en el silencio que los envolvía.—También tenía que venir mi hermano, pero no pudo. Así pues —añadió para la conclusión de su monólogo—creo que no me hicieron venir a la fuerza—y la sonrisa hizo que sus ojos se cerraran mínimamente.—¿Has venido obligado, Paul?—Le preguntó al final, regresandole la mirada, devolviéndosela y otorgándole con ella el dón de la palabra.

Lyla suspiró sin ocultar lo abrumada, cansada y fastidiada que se sentía. Cuando la coordinadora utilizó la palabra "quinteto de corazones de manzana", todo sentido comun de la muchacha augurió que las dos semanas se pasarian lentas y que acudir al campamento en primer lugar habia sido un gran error. Por un momento se planteó la posibilidad de explicar algo a los coordinadores para escapar de cualquier posible consecuencia que incluyera la palabra corazón de manzana en ella, sin embargo decidió quedarse callada. Miró a Jake, el muchacho había comenzado a explicar lo sucedido con Albert. Lyla estiró la mano hasta rozar el hombro de Lyle con delicadeza y le susurró casi al oido:
-¿Se te ocurre algo para librarnos de esto?-
Sentada en un roca llena de babosas, a Lyla le paso por la cabeza que incluso un castigo más severo seria preferible a tratar con aquellos coordinadores. Se pregunto que consecuencias habrían para Jake y Albert.

(puff que mal quedo..)