Primera Parte: El Campamento. (Introducción).

Se aseguró de no apartarse de Brooke para así no perderse en el camino a la salida y ser devorada por la masa humana del interior del Recinto 1. Al sentir el golpe de frescura que le proporcionó la brisa fina del exterior cerró los ojos inhalándolo para refrescarse, la sensación le fue una de las cosas más gratas de su primera noche en ese lugar. Dio un suspiro pequeño, manteniendo la expresión relajada y los ojos cerrados por un pequeño lapsus de no más de un par de minutos pensando en la nada.

-¿Puedo preguntar de dónde eres? - Consultó con una voz baja algo tímida por ser ella quien busque un tema de conversación, pero entre el silencio incomodo y una plática ligera prefería lo segundo. Alzó la vista del chico a quien consultaba para mirar las estrellas, debía admitir que en el campo las estrellas lucían muchísimo más hermosas que en la capital; antes de darse cuenta ya estaba buscando constelaciones que había aprendido de “Doña internet” en uno de sus días de ocio frente al computador...



((Sorry, no se usar bien el “;” corríjanme si esta maaaal ; ; Uu))

(Hola, hola =p, apenas y recuerdo todo lo que pasó en el rol jaja)
Lyla sintió el brazo del muchacho en sus hombros y espalda, en algo que parecía una especie de medio abrazo. El cuerpo de la chica se pusó en tensión por unos instantes, pero finalmente dejo que Lyle posara la mano en su hombro. Aspiró el calor del muchacho a traves de su piel y escuchó como éste secundaba su historia. Lyla esperaba que entre los tres hubieran aclarado ya todo con los coordinadores, la chica solo queria descansar de la agitada noche llena de robos, golpes y calor humano. Sonrió con un deje de tristeza y clavó la mirada en un ruborizado Lyle.
(corto y amlo XD)

Citación :

- ¿Quieres hacer algo, o prefieres, no sé, buscar a alguien más? No tengo problema si.- se dio cuenta de que planteaba mal la idea, y comenzó la oración de nuevo.- Lo siento, si quieres conocer más gente, o qué sé yo, no tengo ningún problema.

La mirada aburrida y algo agresiva de Tex se fijo en la tranquila de Ella*. Sí quería bailar, pero no era algo que su imagen le permitiese, asi que en vez de mover los pies y menear la cintura, opto por hablar; lentamente y solo para que su acompañante le escuchase.
- Conocer más gente?...No, gracias. - Un gruñido suave se escapo de sus labios, y una de las manos de Tex acaricio la cabeza de Ella* por unos pocos segundos, ya sea como un gesto de disculpa u sarcasmo; o quizas en agradecimiento por haberle invitado a bailar con ella. Después de todo, si bien invasiva, la imagen de aquella chica le parecía, ciertamente, rozando lo adorable. No tenia razones para negar aquello, era un hombre, no un pedazo de piedra; Aunque si tenia que ser sincero, la idea de retirarse del lugar era...tentadora. - Ademas, estoy sucio. - Dijo, tomando la punta de su sudadera y extendiéndola un poco.

FDR: Perdon por haberme ausentado un poco. Recientemente comense a trabajar, y se me ha hecho imposible el solo conectarme. O_o Lo cual es raro...La proxima hago algo más largo. Tengo muchas ganas de escribir, pero no puedo! GRRRR!

—No dije 'explorar' por casualidad —le sonrió a Gael con aquella típica miradita despierta que le acompañaba la mayoría del tiempo. Con dificultad el joven Paul podía dejar que algo pasara desapercibido a sus ojos, siendo él un chico tan calculadoramente observador. Dio inicio a la marcha inmediatamente después de que la muchacha se incorporara, acaso para prevenir cualquier tipo de titubeo por parte de la misma—. De haber sendero el paseo perdería toda la magia, y es justamente lo que estamos buscando.

Como se esperara que hiciera de acuerdo al carácter que le fue inculcado, se ubicó a la cabeza, abriendo paso entre plantas y arbustos y facilitándole el camino a su compañera. De buenas a primeras, el bosque se presentaba como un lugar dentro del cual el tiempo no existía; pero bastaba un poco de oído atento para escuchar cómo fluía la vida en aquel paraje. Aves e invisibles animales nocturnos se hacían notar en el silencio para dar la bienvenida a ambos jóvenes.

—Vaya... —murmuró minutos después de haber dado partida a la caminata. Su voz dejaba escapar un levísimo tono de desconcierto... y decepción—. Esto no es una pizca de tétrico.

((*Se azota la cabezota contra el muro*))

A Gael el comentario le hizo gracia.
—No es tétrico porque todavía estamos muy cerca del campamento—explicó—aunque si lográsemos llegar al corazón de la montaña, entonces sí que daría miedo. —Le miró atentamente, sin detener su andar, tan solo doblándose un tanto hacía delante pues iba tras él—Además, hoy no nos conviene alejarnos mucho; no quiero que el primer día ya me estén regañando. —Regresó a su posición inicial y, metiéndose una mecha rebelde tras la oreja, continuó admirando el oscuro paisaje que se desplegaba ante sus ojos.—Detente—Ordenó de golpe y porrazo y ella se detuvo mirando a su alrededor maravillada—Aquí hay magia—sentenció—¿No la ves?¿No la percibes?—El aire ahí ella lo percibía especial, hogareño, fresco, mágico... la fragancia que se respiraba en ese rincón era tan pura que diríase que había descubierto el paraiso, ¿o solo un trocito del mismo? A su alrededor, percibía la vida silenciosa de la naturaleza y embobaba, solo hacía que mirar de un lado a otro extasiada. Un aire fresco le acarició el rostro y hizo ondear su cabellera y ella sonrio, feliz.

(post extraño y choto ú.ù)

(( Volví
Omg wtf me MUERO, Olive está haciendo bailar a Alex...
¡Qué descanso! xD))

Decididamente los pies de Olive iban mucho más rápido que los suyos, y su cabeza se habia quedado analizando el número intentando comprender del todo si lo había escuchado bien.
La chica no parecía de dieciocho ni en broma. Pero ni en broma. Al contrario, habría pensado que era una de las más pequeñitas del campamento, independientemente de que fuera bonita.
Y que lo estuviera haciendo bailar, bueno, era más desconcertante todavía. Alex no sabía bailar. No era nada más que no le gustara o que descuadrara totalmente con la onda grunge que caracterizaba su imagen, simplemente...no sabía. Era algo torpe en los movimientos con los que intentaba seguirla y la sensación de ridículo le picaba en la nuca y en un leve sonrojo invisible en la intermitencia de las luces, fácilmente adjudicable a la temperatura o la actividad física.
La cantidad de bailarines iba mermando con el tiempo y eran cada vez más los que elegían salir a bailar afuera o desparramarse por las amplias instalaciones disfrutando del frescor veraniego de la brisa. Muchos inclusive ya se iban a la cama.

Paul había detenido su andar cadencioso en el momento mismo en que Gael se lo ordenase, casi temiendo la presencia de alguna amenaza recién descubierta por la chica. Más cuando ella retomó la palabra, descubría entonces la verdadera causa de la pausa en el recorrido. Una vez más la observaba con sorpresa y curiosidad en respuesta sus declaraciones.

—¿Magia aquí? ¿En verdad? —Volteaba hacia un lado y otro, tornándose impaciente de pronto al toparse donde fuera que mirase con ese muro de oscuridad plateada que les rodeaba, frustrado a momentos por no percibir aquello que la chica sí parecía sentir. Suspiró cuando se resignó a la idea de no ver nada en absoluto, y su atención se concentró entonces de lleno en la sonrisa imperturbable de su compañera, la cual ahora parecía transportada a una dimensión completamente paralela— ¿Qué es lo ves? —quiso saber. Era consciente en absoluto de la semejanza del paraje con una escena de cuento de hadas, pero aquel indicio no le parecía suficiente como para declarar que de verdad la atmósfera estuviera colmada de la magia de la que Gael hablaba. Debía haber algo más... o simplemente no había magia. Hoy no tenía deseos de imaginar nada; quería realmente encontrarse con algo fuera de lo habitual.

La risa clara que soltó la chica se escuchó de más en el ambiente congestionado porque coincidió con el final de una canción en particular. Consecuentemente, June se encogió ligeramente al terminarla, mirando a Ardwick sólo ligeramente avergonzada, sin bajar una sonrisa simpática.
—Como gustarme, no estoy segura. Pero me gustaría, si es lo que querías preguntar.— contestó con una sonrisa tranquila, usando las palmas para alisar la falda del vestido que llevaba. No tenía mucha paciencia para ensimismarse, y la amabildad y gracia del chico le agradaban ya a pocos minutos de saber su nombre. Enderezó la espalda preparándose para dejar el asiento y mover un poco el cuerpo.— Pero ni se te ocurra decirme que parezco una urraca.

Cuando Ella* sintió la mano de Tex en su cabeza, no pudo reprimir una sonrisa. Se sintió relajada; por un segundo había temido haberlo ofendido realmente. Pero ahora que era él el que se comportaba más o menos como Ella* estaba acostumbrada, se daba cuenta de que todo estaba bien. Casi no se dio cuenta de que no quería conocer gente nueva. Quizás ella había sido afortunada al atraparlo en un momento de sociabilidad.

- Ademas, estoy sucio.

Intentando no reírse (no quería meter la pata otra vez), replicó:
- Puedo ayudarte con eso. Tengo tres hermanos menores, y siempre me toca lavar la ropa en casa. Sé como sacar manchas difíciles. ¿Cómo te ensuciaste?
Tomó entre los dedos la tela que Tex sujetaba, entrecerrando los ojos. Sí, Klaus y Nils habían hecho lo mismo el verano pasado. Antes de que Tex pudiera contestar o protestar, la música se apagó, y entró un hombre gigante (por lo menos desde la perspectiva de Ella* lo era), anunciando que la fiesta había terminado. Ella* frunció los labios, mientras soltaba la polera. ¿Era ya tan tarde, o era sólo que las fiestas en un campamento terminaban antes? Nunca había estado en uno.
- ¿Tenemos que hacerle caso?- preguntó, mirando hacia la entrada. Las luces se encendieron.

(Es la 1:42 de la madrugada hora española, yo no debería estar aquí XD)

Las palabras del chico, sumadas al cese de la brisa, hicieron que Gael regresara a la realidad. Aún así tardó lo suyo en recordar las palabras de Paul. Le miró afectuosamente, disponiéndose a contestar.
—Hay muchos tipos de magia, Paul. La que había aquí era esa paz sobrenatural que te envuelve y te transporta a otro mundo. A un mundo de sencillez y melancolía, de recuerdos de antaño y caducos, olvidados y abandonados por el paso del tiempo y la aplastante tecnología. —dejó su voz flotando en el aire unos segundos —. No No habían hadas ni duendes ni pegazos ni…—Volvió a interrumpirse, sonriendo —…ni nada. Solo la sensación de bienestar que te envuelve cuando eres uno con la naturaleza.
Finalizó, y tanto le dio haber parecido a Paul una persona extraña. En su vida diaria, en su bosque particular de cada día, esa filosofía la ayudaba a seguir adelante, y los mitos la acompañaban a todas partes.



(EDITADO hoy día 30 de octubre a las 13:05, hora española.)

Parpadeo algo confundida al sentir la voz de uno de los coordinadores vociferando que la fiesta había terminado, se había quedado atontada sumida en sus memorias recordando la forma de las constelaciones y sus nombres mientras observaba el cielo que dejaba ver cada una de las resplandecientes lucesillas que eran las estrellas.

Miró a su alrededor cambiando su expresión calmada a una algo asustada, “¿Ah? ¿Cuando se fue? Acaso…¿Acaso soy tan aburrida que le espante?”; Aquella idea le hiso bajar la cabeza y dar un pequeño suspiro que oscilaba entre una repentina pena y una leve frustración ante lo poco que le duró la conversación con el tal Brooke, instintivamente metió ambas manos en la gabardina que traía puesta a modo de autodefensa, era un gesto que le nacía cada que la alegría no estaba con ella, recordó en cosa de segundos que aquello no era de su propiedad y sin pensarlo dos veces retiro las manos de los bolsillos, sintiendo en lo profundo de si que aquello que había hecho estaba mal, puesto que gabardina ajena es igual a bolsillos ajenos que es lo mismo a “rebuscar en cosas ajenas” como sinónimo al hecho de meter las manos dentro de ellos. Jugó algo con sus dedos antes de entrelazarlos y encaminarse a paso lento a la cabaña de las chicas sin alzar la mirada más que para evitar chocar con alguien nuevamente.


((....Y nuevamente Myl ta solita ;^;Uu))

Era extraño como la voz de ese hombre le resultaba tan familiar. Su tono, las palabras que usaba...Todo en él evocaba un recuerdo. El problema era que no sabía que recuerdo evocaba.
Pero no le dio importancia. Después de todo, era común que le pasara eso: en la calle, en el colectivo, en la fila del supermercado...Y nunca se había puesto a reflexionar el por qué. Quizá porque le ponía demasiada atención a las caras de la gente. Quizá por una de esas casualidades de la vida. Quiza por...Quién sabe. Después de todo, si nunca se había puesto a pensarlo era por algo: no tenía una necesidad práctica de hacerlo. El entender el porqué de esa sensación tan frecuente no sería más que satisfacer su curiosidad. Dicho de otra manera, tenía cosas más importantes en las que pensar.
Se corrió del camino de su compañera y le hizo un cordial gesto con la cabeza y su mano izquierda que decía "Pase".Después de todo, ya no necesitaba liderar la marcha; la gente ya no era un obstáculo sino que todo lo contrario, aceleraban la marcha hacia la salida, hacia el tan necesario aire libre

((Algo en el post no me gusta...Si pueden corregirlo en algo, se los agradecería =D)

Suspiró despacio mientras miraba la luna, no se había percatado de que la chica había desaparecido. Bueno seguro que tenia que hacer algo mas , pero aunque sea se hubiera despedido o dicho algo. Bostezó un poco, quitándose los lentes y limpiándolos ya por manía que por suciedad.
Se los puso nuevamente, escuchando una voz decir que era hora de dormir y que la fiesta al fin terminaba; no pudo evitar sonreír, pero esa sonrisa solo duró unos momentos cuando se dio cuenta que no recordaba el camino hacia su cabaña.

―Oh genial… ¿Ahora que hago?― se cruzó de brazos y comenzó a buscar por su cuenta la cabaña, no queriendo pedirle ayuda a nadie, ya que su orgullo no se lo permitiría.



((FDR: aun vivooo~ pero no se si esta bien mi post -w-Uu corrijanme porfavor!! >D ))

(( ))

El apagón de la música y la brusca iluminación la tomaron por sorpresa. Ari se sonrojó en cuanto bajó la mirada a su propio cuerpo y notó que la mancha era realmente importante y llamativa.
Al menos no se transparentaba la tela.
Avanzó por delante de Stan con una sonrisa ligeramente incómoda, no porque le resultara negativa la atención (sino que de hecho la caballerosidad le aflojaba las rodillas), sino porque de golpe se sentía bastante insignificante.
—Gracias. —murmuró con una instintiva inclinación de cabeza. La gran cantidad de jovencitos arrastró los pies por las puertas hasta el exterior donde el frío repentino erizaba la piel.
—¿Te quedas un ratito por aquí afuera? —preguntó volteando hacia Stan, recorriéndolo con la mirada. Era mucho más lindo ahora que lo veía con luz.
Sinceramente no tenía ganas de ir directo a las duchas y a la cama. No aún, y la noche era fresca pero misteriosa e invitante y las estrellas y la luna invitaban a pasear.

-Supongo que sí- Respondió con una sonrisa, esta vez más jovial que cordial. Acto seguido, miró al bosque con un brillo infantil en los ojos
-Me jugaría a que allí hay algo mucho más interesante que una cama y una almohada. ¿Usted que dice?- Preguntó

Siempre le habían llamado la atención los bosques, desde pequeño. Siendo él una persona poco curiosa y no creyente en magia, ni monstruos ni nada del estilo, era sencillamente extraño que le llamaran la atención. Pero así era, y aún más de noche: tenían una "magia" (Aunque él no la llamaría así, seguramente) especial en ese momento del día, algo que atraía. Otra de las tantas cosas en cuyo porqué nunca se había puesto a pensar...Comenzaba a sentirse la antípoda de un filósofo
"La antípoda de un filósofo" le pareció una buena analogía: limitarse a pensar prácticamente, en el día a día. Mirar más adelante, sí, pero nunca fuera de su campo de percepción. Extraña forma de vivir, pues, después de todo, todos tenemos un algo "filosófico" dentro, un algo que se pregunta "¿Por qué?"...¿Por qué el carecía de ese "algo"?

Sonrió, aparentemente complacido. Admiraba esa capacidad que la muchacha poseía de otorgarle a cada detalle su verdadero valor, y no ese que las personas hoy en día siquiera consideraban. Le parecía, de pronto, que Gael era dueña de un espíritu extraño; una mezcla equilibrada entre madurez e infantilidad. El 'justo medio' que Aristóteles no se cansó de buscar en vida.
—Es extraño... —una vez más, su mirada curiosa y enigmática recaía sobre la joven—. A ratos tú misma pareces un tanto mágica, casi misteriosa —entonces rió, esperando acaso no incomodarla con aquella suposición espontánea y franca. Volteó luego, retormando la marcha por una nueva ruta trazada por sus pies, que junto a las ligeras pisadas de Gael eran lo único audible a miles y miles de kilómetros a la redonda...

¿Lo único?

Esa idea le obligo a frenar el camino recién iniciado, alzando la mirada a su alrededor en busca de algo—. La música —Fue todo lo que dijo para advertir a su compañera la ausencia de aquellos ritmos modernos que hace sólo unos momentos aún se oían en la lejanía. ¿Abría acabado ya la fiesta de bienvenida? ¿Se habrían alejado demasiado del Recinto 1? ¿Cuánto tiempo habría transcurrido desde que todo sonido enmudeciera?

Problemas y no quería tenerlos la primera noche ahí.

Tampoco se había dado cuenta de cuando había dejado de oir el constante murmullo de voces mezcladas con música preveniente del Recinto 1.
—Será mejor que regresemos, Paul.—Dijo totalmente seria, con la mirada regresando a la cara del chico que se había adelantado unos pasos más en la espesura. —Otro día exploraremos más; ahora, solo podemos regresar y rezar que nadie se dé cuenta de que somos los últimos—comentó casi, casi como una muda súplica a nadie en concreto pero, diciéndole a Paul que ya podían correr. Cuando se había detenido lo había hecho tan ensimismada que tampoco se había dado cuenta del sepulcral silencio que se queda cuando una radio escuchada hasta el hartazgo se apaga. Entonces, un nuevo miedo la asaltó.

—¿Estarán vigilando ahora los monitores?—le preguntó levemente asustada.—Espero que no, no quiero que les digan a mis padres que desaparecí la primera noche. —Y realmente deseaba que así fuera, su primera experiéncia en un campamento y quería regresar a Irlanda con un muy buen sabor de boca.

-Si.- Dijo el americano, en un tono desganado, pero completamente seguro; era la voz de la experiencia. Tex ya estaba acostumbrado a los diferentes coordinadores, a sus normas, sus tiempos; No se diferenciaban de sus propias manias, tampoco. Miro a Ella* de costado, notando como la 'niña' lamentaba visiblemente el final de la fiesta de bienvenida; claro, no habia tenido oportunidad de bailar desde que se topase con él.

Texas fruncio el ceño, no le gustaba que le cuidaran tanto, ya tenia suficiente con su madre; la mujer no hacia mas que ocuparse de la casa, de su marido y de su 'nene'. Pero bueno, el joven solo tenia que proponerse ignorar a Ella y la chica se iria caminando solita, si es que nadie la aplastaba primero, claro; Tex empujo con el codo a un chico bastante ancho que se le había venido encima, y luego miro a su pequeña acompañante de nuevo. -Movete.- Le dijo, mientras avanzaba, haciendo lugar, decidido a ir y lavar propiamente su musculosa de una buena vez.

FDR: Me doble los dedos de la mano derecha....me cuesta escribir, pero espero haya salido algo lindo, con las veces que pifie de dedo y le di al teclado con uno de los chuecos...OW! Tex siempre tan simpatico. -_-

—Que las hay, las hay, eso es seguro...—terció la morenita con voz trémula. La inquietaba la densa oscuridad bajo los arcos que formanan troncos y ramas de árboles; que parecía de algún modo incrementarse, crecer, hacerse más densa a cada minuto. Una brisa suave y húmeda susurró atravesando el aire entre ellos, haciéndole notar el frío en el pecho por la mancha aún húmeda y pegajosa.
—Pero, ¿será apropiado averiguarlo?—añadió, elevando los ojos redondos y brillantes a la mirada de su acompañante con auténtica interrogación.
Por algún motivo parecía natural expresarse con palabras elegantes al dirijirse a Stan. El chico era singular pero no por ello raro, y eso le resultaba muy agradable.
Observó en derredor, de paso, cómo de las decenas de adolescentes, apenas un puñado dejaba entrever intenciones de no ir directo a la cama.

El repentino apagón de la música y la claridad de la luz habían tomado por sorpresa a Olive. Ella se incorporó rápidamente y miró a su acompañante, quien no se veía tan desconcertado por el cambio de ambiente. Tal vez no se había dejado llevar tanto por la música.
Olive se sonrojó un poco por su descuido hacia Alex y miro a su alrededor, ya casi no quedaban jóvenes, nada más el desastre que habían dejado por todo el recinto. Tras fijar la salida con la vista, tiró levemente del brazo del chico y le sonrió, un poco más inhibida esta vez. Tampoco tomó su mano, pero caminaba alegremente junto a él.
No se había percatado de que su cabello estaba tan desaliñeado, principalmente sobre su cara, y al salir una corriente refrescante (un poco helada, a decir verdad) lo sacudió y empujo hacia atrás, haciéndola parecer algo cercano a un león.
—No es tu tipo de música ¿verdad?

Él meneó la cabeza con tranquilidad.

—Te preocupas demasiado —intentó tranquilizarla—. ¿Qué es lo peor que podría ocurrir? No estamos en ningún campamento militar.

Estaba seguro de que la posibilidad de ser descubiertos por un monitor era casi, casi por completo nula. Pero no queriendo contradecir a la muchacha, se dispuso de buen ánimo a deshacer el sendero que hasta entonces habían trazado, las manos bien hundidas en los bolsillos del pantalón deportivo.

—Bueno, andando —suspiró con exageración—. No queremos que nuestra ropa interior cuelgue del asta de la bandera cuando nos levantemos mañana, por habernos escapado de la fiesta —con una sonrisa traviesa, miró de reojo a la chica cuando comenzaba el retorno al recinto. Por alguna razón desconocida, se había sentido obligado a asustarla un poco.

-¡Por supuesto!- Respondió aún con ese aire infantil

El aire se había tornado súbitamente frío al salir. O quizá le pareciese más frío de lo que en realidad estaba por el hecho de que, dentro del recinto, el calor generado por la masa de cuerpos era infernal. Lo cierto era que una brisa que soplaba desde hace rato estaba tornándose más y más fuerte con el paso de los minutos. ¿Tormenta? No. No había nubes, el la noche estaba completamente despejada, notándose eso por la claridad con la que se veían las estrellas...
Impresionante indicador las estrellas. Sirvieron a los navegantes para orientarse y le sirven ahora para presagiar el clima. Bellas también eran, por supuesto, pero sobre todo, eran impresionantemente útiles

-Después de todo, venimos a este campamento para divertirnos, para ver cosas interesantes...¿No sería el dejar la noche aquí, sin haber hecho nada relevante, un completo desperdicio?- Completó mientras giraba la cabeza en dirección al bosque

Estaba oscuro. Muy oscuro. Sin embargo, la luna penetraba en esa oscuridad y le brindaba una apariencia cuasi-mágica. Y la brisa moviendo la copa de los árboles contribuía al efecto óptico. Bello sin duda, como las estrellas...Pero sin la misma utilidad

—Uhmm...—El sonido, inocente y sostenido, se prolongó lo que la morochita tardó en sufrir otro impulso.
—Ok. —resumió la cuestión con una sonrisa llena de picardía —Vamos YA. —atrapó la manga del muchacho y comenzó a arrastrarlo con dudoso disimulo —. Pero que ya, antes de que los coordinadores se...—fue bajando volumen y velocidad de la voz hasta que este fue tan solo un susurro que murió en el aire, y le dedicó una amplia sonrisa coinciliatoria a la mujer alta y flacuchienta que se erguía con sonrisa peligrosamente afectuosa a espaldas de Stan.
—Corazones de melocotón con caramelo...a dormir.
Y daba miedo no hacerle caso.