Primera Parte: El Campamento. (Introducción).

Albert acompañó a su grave mueca un gruñido que terminó en un chasquido de lengua entre los dientes con ortodoncia.
Sacó el musculo de la boca, rosado y puntiagudo, y lo frotó con dedicación, alterado por lo que había consumido. Quería lavarlo, librarlo de todo rastro de colillas.
—No puedo creerlo….Mas lo intentaré —Suspiró resignado ganando el combate a su repulsión. Observó de reojo a la chica que lo miraba con profunda curiosidad resplandeciéndole en las pupilas, muy dilatadas a causa de la tenue lumbre. Distante, casi alcanzando el punto de la ignorancia, extrajo de su bolsillo (o esa sensación produjo) un Ipod de increíble semejanza al de Jake. Curiosamente, con la incluida marca de desgaste en los bordes y arañazos en el dorso como el de Jake. — Los Adonis Intelectus y su severa confianza en si mismos —Comentó más para si que para la muchacha, con un tono vocal cargado de vanidad y avaricia, inhabitual.
Si le importaba la presencia de Elizabeth no lo expresó de esa manera.
Le ofreció el aparatito electrónico.
— ¿Quieres comprarlo?

-¿Por qué crees que tendría suficiente dinero para comprarte dicho aparato? Además se me hace familiar, ¿No crees?-dijo acercándose al mismo, bordeando uno de sus lados con la yema de su dedo índice, pero sin dejar de mirarlo, ahora con una sonrisa insultantemente picarona, pero nunca más sobrante de inocencia, de sus labios. Las marcas, el contorno, la apariencia, había observado de quién era la posesión en realidad, y es que con la cara de ese "gruñón"(así lo llamaría desde ahora), dudó mucho que accediera a prestarselo al chico, y menos cuando se notó que no se llevaban ni de cerca, ya que lo había llamado "marica".
Sin embargo, decidió esperar la respuesta del otro, su reacción, no pretendía nada más, salvo poder conocerlo. Le pareció muy divertida su actitud, y la graciosilla fonética de la frase que había mencionado él, mas ahora quería saber cuál sería su respuesta a la incognita planteada por ella ahora.

—Claro, lo anuncian por la tele —Respondió con entonación burlona- segunda mano, 18 libras –Acordó— con música incluida —añadió con ensayada seriedad pero carisma propia de comerciante. Su voz era muy agradable, melosa propia de italiano y tonalidad joven, ni grabe ni aguda, más cercano lo segundo. Gesticulaba exageradamente al abrir la boca, como si sus labios y manos estuviesen conectados.
Quizá la palabra “marica” proveniente del adolescente gruñón había sido la connotación más correcta posible, pues sus movimientos rozaban lo afeminado.
Sonrió ampliamente contagiándoselo a la muchacha. El roce de sus labio superior contra el acero de su boca le recordó que estaba ALLÍ y que era incomodo tanto a la vista como el llevarlo. Se cubrió los dientes con unos dedos largos, huesudos, con manchas de tinta en los poros y las uñas tan aplastadas contra la carne que parecía que alguien las hubiese dibujado.
Tomo un honda bocanada de aire para hablar, pero le interrumpió la presencia de Jake, cada vez más cercana. Le era visible por el rabillo del ojo.
Guardó el Ipod ajeno escondiéndolo.

Volvió a entra al saloncito donde la bolita de personas alborotadas, en la que figuraba su amigo “el maricón “, seguía inerte.
-Justo donde los deje ¿eh?, no son muy de andar en fiestas verdad-Se dirigió hacia los dos, fue entonces cuando se percato que desconocía el nombre de todos, y sin embargo le había agarrado cierto cariño al pobre chico que se tomó las colillas por accidente-¿Cómo se llaman?-prgunto solo para calmar las cosas pues se veían algo tensos con lo que haia pasado anterirormente. "Quizá no deba ir por ahi diciendele marica a medio mundo, con lo sensibles que son los riquillos quien sabe que pueda ocasionar" pensó- y por cierto alguien sabe donde se supone que dormiremos? estoy empezando a hartarme de todo este ruido.

-Picarón.-murmuró Elizabeth, sonriéndole por igual, pero dejándo ver en sus ojos que no le importaba para nada el objeto, con su celular le bastaba. Cambió de bolsillo el mismo cuando el otro se distrajo, sólo por seguridad.
-Son muy ruidosas...y, no sé bailar, de verdad, soy horrible.-sonrió, agregando luego- Elizabeth, encantada.-se inclinó levemente, dejando sus manos entrelazadas adelante, y apartando la vista hacia el suelo, para completar su pose. Luego volvió en sí, con una media sonrisa en sus labios. De repente, el dolor punzante de los dedos de sus pies comenzó a notarse. -Uff, tengo que sacarme éstas botas...-se dijo en un muy leve susurro que casi ni fue sonido, aún mirando al otro.


FDR: Ahí queda ordenado.

Ari la estaba pasando genial. Llevaba, desde que había empezado la fiesta, bailando. Pero no todo era tan positivo como hubiera deseado.
—¡Ay!
Quizá el chillido había sido demasiado bajo para que lo oyeran los responsables, porque ahora Ari ostentaba todo el pecho de su camiseta de delicado hilo verde manzana, embadurnado de gaseosa. Y todo había ocurrido mientras ella bailaba inocentemente. Frunció los labios finos con un bufido y un fuerte sonrojo trepando a sus mejillas.
—Imbéciles. —gruñó impropiamente, mientras, impulsiva, arrojaba el vaso con lo que quedaba de refresco en dirección a la cabeza de la pareja de muchachos que acababa de ocasionarle semejante incidente y no ofrecerle siquiera una disculpa.
Con pésima puntería. Llegó a ver el cabello rubio de algún muchacho recibiendo el mismo trato que su pecho (inexistente). Se escurrió fugazmente entre la gente, para posicionarse en un lugar donde se la viera inocente del crimen.
Una jovencita pequeña en falda blanca y blusa verde manchada con obviedad. Se acercó al damnificado, con toda la intención de ofrecerle sus disculpas, en cuanto el violento impulso vengativo hubo desaparecido como huellas en la arena.
-Lo siento mucho…-dijo a Stan con voz probablemente más baja de el volumen necesario para hacerse oír junto al atronador sonido de los parlantes. Parpadeó despacio.

((He aquí un ejemplo de ciclotimia Ariana.))

Abriendo el grifo de uno de los lavatorios del baño de varones, Tex junto algo de agua y la froto contra su cara, forzando al aceite y al jabón a mezclarse y despegarse de su piel. Luego de unos minutos repitiendo el proceso, acerco su rostro al chorro de agua y se dejo enjuagar, para luego beber un poco, hacer gárgaras y escupir con muchas ganas. Se lamió los dientes delanteros, ya no chorreaba mugre.
Mirando el espejo, noto que su ojo izquierdo había quedado un poco irritado, probablemente le había entrado algo de aceite y por ello le lagrimeaba; decidió entonces lavarlo con bastante agua para que no le molestara más tarde; un ojo rojo a la mañana? No gracias.
Y de paso, lavaría su musculosa, lo cual significaba cambiarse de ropas ni bien pudiese, y apenas era el primer día de campamento...bueno, al menos no se trataba de vomito, pensó, estrujando la tela con fuerza.

FDR: Me borraron cosas, cambiaron otras, que rollo. Tex es el unico roñoso que parece ya de campamento. X3

-Es una costumbre inglesa perdida, la inclinación del cuerpo hacia adelante. No pertenece sólo a los adictos del manga, ¿Saben?-dijo con cierto tono sarcástico lleno de obviedad mientras miraba con soberbia a cada uno de ellos, aunque por dentro se había ofendido un poco por esa pequeñez...y es que siempre la confundían por otaku o "wannabe" japonesa. Era cansador.
-Y también podríamos averiguar cuándo termina éste horror de fiesta, ¿no?-sugirió observando el Recinto 1 de reojo, para luego pasar sus pupilas hacia Jake y Albert.
Se sintió feliz. A pesar de que no hubiera preferido aquél tipo de presentación, o aquellos comentarios con respecto a sus costumbres, Elizabeth ya no se sentía sola....tampoco en compañía, ya que eran extraños para ella, pero algo es algo, al fin y al cabo.

((Disculpa la demora :S))

Ly decidió observar mejor a la chica con quien estaba a punto de salir a bailar. Se fijó en algunos detalles, los cuales antes no lo había hecho.
Su cabello, corto y un poco ondulado, eran de un especial color tipo marrón. Llevaba un vestido, no estaba muy maquillada, al menos no como muchas chicas que por ahí se encontraban. Tenía una cara fina, bastante linda, aunque a decir verdad no superaba a otras del Recinto.
Ella sonrió devuelta, hizo un gesto —que Lysander percibió como coqueto, estremeciéndose y sonrojándose producto de eso— pasando la mano por su cabello y tras un corto periodo de tiempo contestó que bueno. Ly, sonriendo de lado, estiró su mano hasta ella para ayudarle a pararse. Aprovechó el momento para preguntarle:- ¿Cómo te llamas?-
Cayó en cuenta de que estaba con ‘un poco’ de olor a cigarro, debido a que el humo se había impregnado en la ropa, claramente. Se avergonzó bastante, sintiendo como sus mejillas se ruborizaban levemente. No quería causarle desagrado a la muchacha, pero al no notar expresión alguna en el rostro de esta, supuso que ni lo había notado. Aún así, lamento no haber traído su diminuto frasco de colonia en su bolsillo para pasar desapercibido el olor.

((Post corto u_u lo siento))

((Lo mas gracioso es que he faltado a clases xDDD estoy con Laringitis u_u))

Cuando la chica tomó su mano, Ly pudo notar una mancha, probablemente un tatuaje, en la parte inferior de la muñeca. Le gustaban los tatuajes y los piercings, mas cuando llegase a su hogar iría donde un perforador para que le hiciese uno en la parte superior de la oreja.
Ella le devolvió la sonrisa y, en vez de decir su nombre, como el chico se lo esperaba, con tono divertido dijo que se lo diría si él decía el suyo. Ly soltó una leve risa, y estaba por contestarle cuando se le adelantó la chica, mencionando su olor a cigarro.
Si, ya era inevitable, la vergüenza que sentía se hizo física, haciendo que Ly se ruborizara completamente, haciendo que mirara hacia otro lado, intentando expulsar el odioso enrojecimiento de su cara. ¿Por que no se podía haber callado y hacer como si nada aquella muchacha? Asi le habría ahorrado el mal momento que estaba viviendo ahora. Pasados unos segundos, Ly se sentía algo mas tranquilo y, sonriendole de manera nerviosa le respondió.
- Me llamo Lysander...p-pero prefiero que me digan Ly- La voz le salió algo torpe, pero hizo como si nada y prosiguió- Ahora te toca a ti- Le guiñó un ojo, divertido, pero su expresión facial cambió a una parecida a la que adopta la gente cuando quiere pedir disculpas- ...Y lo siento por lo del olor, esque... bueno...- Quería terminar la frase, pero decidió no darle mas vueltas al asunto, dejando inconclusa la disculpa. Comenzó a caminar a paso lento hacia la pista, mirando a Lyla para no parecer maleducado, y procurando no tironearla ya que estaban tomados de la mano.

((No es que esten tomados de la mano como pareja, si no que el la lleva a la pista de baile. Solo quería aclarar eso xD Me ha quedado horrible este post x_x))

((Yo ando en vacaciones aun, gracias al cielo...))

-Probablemente sea que todo este lugar huele a humo...- Dijo Lyla, un poco preocupada por haber empezado con el pie equivocado. Se dejo guiar hasta la pista de baile donde la música había cambiado para volverse menos ensordecedora, se alegró de que no tendría que gritar tanto para hacerse oir entre el tumulto.
-¿Lysander?- Repitió la muchacha, tratando de pronunciar el nombre correctamente- Es un nombre peculiar...¿No lo crees así?- Lyla rió un poco, incluso con todas las luces haciendo de las suyas, pudo notar lo ruborizado que el chico estaba.
-Mi nombre es Lyla- Dijo por fin, para terminar con el suspenso. En medio de la pista de baile no sabía muy bien como moverse, opto por imitar a cualquiera que pareciera tener ritmo.
-¿Qué te trae aquí?- Preuntó para cambiar a un tema del que ninguno de los dos se avergonzaran.

(Mi post quedan cortos por más que me esfuerzo...además se me cayó en internet como 20 min)

Dina escuchaba la musica, que no era si no un molesto zumbido en los oidos, y dado que casi nunca iba a las discotecas o antros...Se aburria...
-Que asco de fiesta- murmuro por lo bajo.
Y no era que pensara eso, pero deseaba estar con sus amigos, en el parque de noche, o en el cine, o haciando algo de lo que simpre hacia...¡Pero no! tenianq ue haberla inscrito a aquel campamento, al cual ni siquiera habia pedido ir. Dejo escapar un suspiro de fastidio; se ahogaba en el aire, con olor a tabaco, y habia demasiada gente.

Se escabullo hasta un rincon, planeando la forma de salir de alli; miro la puerta, y calculo...
Pronto se escabullia empujando un poco a la gente hasta llegar a la puerta, y aun asi, el tumulto aun no la dejaba pasar...

Salio con dificultad y por fin respiro el aire fresco. Se sentó, apoyando su espalda contra la pared, y dejo escapar otro suspiro, esta vez de alivio.

Miro al cielo, un paisaje unico, y de cierta forma, sobrenatural, aunque hermoso, inmenso...

-Logan- sonrió el joven, con cierto orgullo por tener un nombre tan genial. Si, para el, era genial.- Un gusto, Alex- agrego luego, con sonrisa carismática y a la vez amigable. Un toque de educación proveniente de la clase alta, adjuntado a un desarrollado tono ingles de modulación perfecta. Cualquiera hubiese dicho que se esforzaba demasiado.
Jugueteó con su mechero, abriéndolo y cerrándolo, pero sus ojos se desviaron hacia el haz de luz que escupía la puerta que daba paso a la fiesta: un rincón de la pequeña galería que había delante del Recinto 1, que en los días lluviosos servía para cubrirse del agua. Se le dibujo una sonrisa de oreja a oreja y no supo si Alex le respondió o no. De un salto veloz, se había alejado rápidamente hasta agacharse y levantar una navaja suiza, del mohoso suelo, que se le había caído a alguien. Regreso con Alex, para mostrarle lo que había encontrado
- ¡Mira!- levanto la voz emocionado- ¡Mira lo que he encontrado!-
Desarmo la navaja de carcasa roja, con el dibujo de la bandera suiza en plástico, para mostrar los múltiples cortantes, destornilladores, abre latas, des-tapadores y pinzas que pudo encontrar en el objeto.

((bueeeeno, hora de postear))

“Así que el marica tiene nombre eh” Albert miró de hito a hito al chico del habla socarrona e insolente, sin reaccionar. Podría haberle espetado unas cuantas palabras a la defensiva, pero su temperamento calmado, y, consciente de que en una disputa verbal tenía ventaja pero en una física no, evitó toda relación con un problema. A la vez, seguía jugueteando con sus dedos produciendo un chasquido semejante al tic−tac de un reloj.
De todas maneras, contra más veces repetía la palabra marica, mas rápido perdía esta su significado.
Estudió con análisis a los sujetos interactuar. Se sentía como un explorador de la jungla frente a dos recién descubiertos seres.
Su imaginación empezó a elevarse, a volar por encima de sus cabeza, y a ascender por encima de las copas de los arboles. Se expandía, se contraía, creaba, anulaba, corregía…Era su mundo, y cuando se sumía en él era difícil extraerlo.
Pero un alarido quejoso lo apremió a aterrizar, quebrando sus ensoñaciones como se quiebra un cristal.
— ¡Mi Ipod! ¡No está!
El vello fino de su nuca se erizó. El trío se sumió en un silencio glacial y compartido. Vacilante, cambió el peso de pierna
—Busca en el otro bolsillo —Propuso con inocencia, mentira eficiente y suficiente.
De reojo, la muchacha y él intercambiaron una mirada cómplice. Se reacomodó las gafas, testarudas en su intento de suicidarse.

-¡Hey!-se quejó mientras tan rápido como Jake la hubo agarrado, se soltó, sacudiendo sus manos en señal de disgusto y obvio rechazo. -Que no me gusta bailar.-pronunció con voz en un tono más alto, mientras lo miraba mal, muy mal, aunque fue fugaz. Se apartó de éste dos pasos, quedando derecha, al lado de Albert.
Lo miró, éste parecía sumido en una especie de nebulosa, ya que sus ojos estaban perdidos y sus facciones relajadas. Sonrió. Sin embargo, pegó un saltito cuando en medio del silencio Jake chilló "¡Mi Ipod! ¡No está!".
Fue automático.
Elizabeth sonrió de lado, mirando de reojo a Albert, con esas miradas que se dice claramente "¿Qué harás ahora, Al?". Ella no diría nada. No era quién para decir nada. Era asunto de ellos. No se consideraba cómplice ni testigo, ya que ella siempre pasaba de ese tipo de situaciones que le parecían estresantes.
De repente Jake se alejó, anunciando que lo buscaría en el baño. Se lo vio recorrer los alrededores, y mientras tanto, Elizabeth siguió mirando a Albert, esta vez pícaramente.

Dina miro la fiesta con cierta indiferencia:
-¿Que hago aqui? penso en voz alta.
Entonces se dio cuenta que habia mas gente alla afuera:
-um...hola saludo timidamente a dos chicos que platicaban en la entrada o algo parecido...

((EditFlo: Este post requiere edición.))

((Odio los martes, hasta las 19:30-20 no me puedo conectar DDDDX (Escuela+Gimnasia+Inglés x_x)))

Stan sintió un leve golpe seguido de una sensación extraña, pegajosa en la nuca. Volteó la mirada al piso, para encontrarse allí con un vaso de plástico y un poco de su contenido tirados en el piso. "Debe haber sido un accidente" pensó. Después de todo ¿A quién le iba a caer mal en esa fiesta si ni siquiera había abierto la boca en toda la noche? A lo mejor alguien allí lo conocía de algún lado pero...Era poco probable.
Se agachó a tomar el vaso, para tirarlo en algún lado y luego irse a lavarse la nuca, pero oyó algo, un susurro, que alcanzó para hacerlo darse vuelta. Vio a la chica y, a pesar de no haber oído que decía, la cara de quién le hablaba y lo sucedido hacía medio minuto la delataban."Efectivamente, un accidente" Pensó con una leve sonrisa, contento de no haberse equivocado: más allá de que no le gustaba equivocarse, la duda acerca de la posible presencia de algún viejo conocido con el que no se llevase bien se desvaneció en ese momento (Tampoco es que tuviese muchos enemigos. Pero mejor despejar las dudas ¿No?). Miró a su interlocutora y se llevó la mano a la zona impactada por el vaso, como si no hubiese notado lo sucedido. A continuación, le sonrió a la misma

-No tenga cuidado -Dijo -Es cierto que el refresco es preferible en un vaso que en la cabeza, pero con un poco de agua saldrá.

Pensó que la cosa quedaría allí. Un accidente y ya. Pero no notó ningún cambio en la mirada de la chica, motivo el por el cual le extendió la mano amistosamente

-Me llamo Stanley Rusell, pero llámeme, simplemente, Stan. Y su nombre es...

Texas volvió a colocarse la musculosa sobre el cuerpo, para luego evaluarse unos segundos; pasaba por limpia, y eso era suficiente, aun cuando estuviese algo húmeda. Enganchando el trapo en el bolsillo trasero del pantalón, el joven salio del baño pasando sus manos por el costado de sus piernas, secándolas en el proceso.
Cuando estuvo frente al Recinto no.1 y miro la luz, a los chicos bailando y escucho la música, tuvo ganas de entrar y bailar también, pero no había caso, no era su estilo.
Vio a varios chicos que ya no parecían preocuparse por la fiesta, mas lo hacían por objetos desaparecidos, objetos punzantes y objetos fumables en general. Suspiro y decidió que beber algo no podía hacerle tan mal, aquella fiesta de bienvenida era para el también, así que le correspondían un trago o dos, quizás SI fuera buena idea el acercarse un poco, o no?. Con cara de no estar muy contento con su propia decisión , camino hacia el lugar a paso firme.

Albert exhaló un suspiro cargado de alivio desembarazándose de la sensación de sospecha. Jake no era capaz de discernir la mentira en su voz.
Pero de un momento a otro, temía que transluciera. Lo mejor era deshacerse del Ipod….O devolverlo. Pero esa segunda posibilidad no le cruzó la mente. Era infantilmente egoísta, y no sentía compasión, si no el pulso acelerado a causa de leves cantidades de adrenalina que bombeaba su cuerpo.
Con fingida beatitud en el rostro, volteó este clavando los ojos azules en la perspicaz expresión de la chica.
“¿Tu próximo movimiento?” le interrogaban aquellas pupilas de centelleo jocoso.
Notó crecer en su pecho una sensación de amistosidad, un sentimiento reciproco.
—He de subir el precio —Dijo socarrón. Dio unas palmaditas sobre su bolsillo derecho con la mano diestra y esbozó una sonrisa que por si sola anunciaba un mudo “hasta luego”.
Caminó a paso moderado alejándose de la zona.
Objetivo: un comprador.